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Érase una vez… La Escuela Miravalles en la Ciudad de México

¡Cuán cierto es que en la frontera crujen las neuronas y que los pobres nos evangelizan!

La Escuela Miravalles nació el año de 1988. En su intención fundacional estuvo la preferencia de Jesús y de Marcelino por los niños y los jóvenes necesitados y una apuesta a la itinerancia. 

La Provincia de México Central cuatro décadas atrás, en 1951, había fundado la Escuela México, en la colonia Mixcoac, en un sector marginado, del centro de la ciudad de México, con el propósito de ofrecer posibilidades de educación primaria a hijos de familias pobres. Con el paso del tiempo, se presentó en la zona el fenómeno de “gentrificación”, esto es: familias de clases medias fueron comprando terrenos e inmuebles en el barrio y la composición social del mismo cambió. 

El Capítulo Provincial y el Consejo Provincial concluyeron que era momento de “éxodo” y de dar un paso firme de solidaridad con los menos favorecidos. Decidió mantener la oferta educativa de la Escuela en Mixcoac, pero dirigiéndola a clases medias y desplazarse a la periferia de la ciudad de México, a la Alcaldía Iztapalapa, que en esos años vio crecer como hongos cinturones de miseria, formados por migrantes y desplazados.

Un grupo de hermanos maristas, tomó contacto con una de estas zonas de paracaidismo e inició el diálogo con ellos, proponiéndoles la apertura de una escuela marista que comenzaría ofreciendo posibilidades de educación primaria a los niños y brindaría apoyo a la colonia que estaba naciendo en las faldas del volcán Tetlamanche, más allá del asfalto, sin los más básicos servicios. 

En una asamblea comunitaria el grupo de colonos acogió la idea con simpatía y brindó un terreno de un cuarto de hectárea para la nueva escuela que tomó el nombre de la colonia: Escuela Miravalles. El nombre hace honor a su posición geográfica, desde allí se contempla, la inmensidad del Valle del Anáhuac.

En febrero del año 1988, la escuela abrió sus puertas a las niñas y niños del barrio; la matrícula del primer año fue de 148 alumnos repartidos en tres grupos de primaria elemental. Con el paso del tiempo ha ido añadiendo nuevas secciones escolares y ha incrementado sensiblemente la matrícula de alumnos. A principio de los noventas fue la sección de niñas y niños con discapacidad, luego, a finales de esa misma década la secundaria y finalmente la Preparatoria en el año 2020. Hoy la escuela cuenta con 1122 alumnos, de los cuales 98 son muchachos con necesidades especiales.

Pero lo más significativo de la historia y del desarrollo de la escuela, no son los datos numéricos, sino el compromiso de inserción en la colonia y el modelo de educación popular que busca ofrecer.

La comunidad fundadora de hermanos y los maestros y hermanos que vinieron después, entendieron que una parte fundamental de su misión era sumarse al trabajo y a las luchas del barrio por mejorar sus condiciones de vida en favor de servicios dignos de alcantarillado, luz eléctrica, pavimentación, agua potable, salud, educación, cultura y otros. No escatimaron tiempo, ni iniciativas para apoyar a los colonos.

En correspondencia a este esfuerzo, buen número de salones de la escuela y el patio fueron construidos con apoyo de los padres de familia en “faenas” (trabajo comunitario) de fines de semana que se extendieron por años. 

Además, la comunidad educativa, se ha propuesto un modelo de educación popular que le apuesta a cinco “c”s: cooperación, comunicación, creatividad, conciencia crítica y cuidado. Cada semana, niños y adolescentes dedican dos horas del horario escolar a labores ecológicas de limpieza, salen con palas, brochas y escobas a recorrer las calles vecinas apoyando proyectos medioambientales.

Los padres de familia aportan una cuota mínima mensual de colegiatura y se han puesto de acuerdo en colaborar con 40 kilos de material reciclable al año, en asistir mensualmente a asambleas que ofrecen orientaciones y herramientas para la educación de sus hijos y en dar cuatro faenas de trabajo, también anuales, en favor de la colonia y de la escuela.

Muchas historias más de abnegación y de entrega podríamos relatar, pero los límites informativos de este artículo invitan a ponerle punto final. 

Hoy, si tú lector, que has tenido la paciencia para alcanzar la lectura de la presente línea, te asomas por la colonia y preguntas por la Escuela Miravalles, nadie te sabrá dar razón de ella, si en cambio pides información por “la marista”, todos te indicarán dónde se encuentra.

Tres conclusiones son compartidas por la comunidad provincial de México Central y la comunidad local de la Escuela Miravalles al mirar estos treinta y cinco años de historia: 

  • La historia de la escuela de Miravalles es una historia de inserción en el barrio.
  • La escuela Miravalles ha sido pionera en una serie de búsquedas pedagógicas que buen número de colegios de la Provincia ha hecho suyas después: los grupos GEM, (atención a niños y jóvenes con discapacidad), las prácticas ecológicas, las asambleas de alumnos. 
  • Es mucho lo que tenemos que agradecerle a Dios, a María, a Marcelino y a la gente.

¡Cuán cierto es que los pobres nos evangelizan y que en las periferias crujen las neuronas¡

H. Carlos Martínez Lavín

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